19 abril 2008

Soledad

Esta mañana me he cruzado, dos veces, con un chaval negro, iba por la calle hablando y haciendo gestos con las manos. Alguna vez que otra yo también me he visto en las suyas: solo y jodido.

Recuerdo una ocasión en que pasé una semana solo en Santa Cruz de Tenerife, al final terminé cruzando por los semáforos sin destino alguno, para sentirme acompañado mientras esperaba a que cambiara el semáforo. Es terrible sentir esa sensación de soledad y de no reconocerte en el reflejo de los ojos de otras personas.

Volví del viaje y todo volvió a ser normal. Eso sí, se me derrumbó un sueño de mi juventud, el de ser vagabundo de grande, es muy jodido serlo si eres introvertido. No sé si será distinto para gente con más facilidad para comunicarse

También me sirvió para, ahora, apreciar el estresante vivir de un padre de familia sin tiempo ni siquiera para pensar en que no puede pensar. Lo prefiero al desasosiego de la soledad y el aburrimiento vital a que ello conlleva.

Odiosa adolescencia

En el fondo tanta patina social y tecnológica no nos diferencia tanto de los animales. Como animales grupales hay ciertos comportamientos que compartimos, por ejemplo, con una manada de lobos o una pandilla de monos.

Esta mañana iba por la calles y en una estrecha me he encontrado con unas 5 crías de unos 15 años. Como digo, la calle era muy estrecha, sin embargo se empeñaban en ir todas a la misma altura. La posición de cada una era en realidad una lucha por la jerarquía. La "hembra" dominante era la que estaba en el centro, sus segundas a su lado, y en los extremos la cuasi-excluidas del grupo; una raspándose con la pared y la otra en plena calle, fuera de la acera. Estas últimas estiman su supervivencia en mantener la línea con las demás, dar un paso atrás supone quedarse fuera del grupo, algo terrible en esas edades.

Tan ensimismado estaba en estos pensamientos que no me he dado apenas cuenta de que las alcanzaba con el coche. Todo ha sido muy rápido, me he cargado a una rubita gordita. Son los riesgos de las jerarquías. He salido corriendo, pero es posible que alguien haya reconocido el coche y a mí mismo, al fin y al cabo este es un pueblo pequeño, seguramente venga pronto a por mí la guardia civil.

Me da pena la muchacha, no deja de ser una doble víctima de sus amigas y de mi ensimismamiento, pero además me he identificado bastante con ella.

Un día estuve luchando por mantener la misma línea que ella. Sin embargo, tuve tiempo o el ánimo para reaccionar antes de que fuera demasiado tarde y terminara siendo un pelele de las jerarquías grupales. Primero dí un paso atrás, luego ralenticé mi paso, para finalmente pararme y seguir mi propio camino. No fue sencillo, pero a la larga ha sido bastante gratificante, me ha hecho fuerte y libre.

De poder haber podido elegir me habría tirado a por la capulla del centro.