La gran impostura
Hace tiempo que lo descubrí y quería compartirlo con ustedes. Pero no había prisa, el saberlo no cambia nada y si añade inquietud:
Siempre pierden los mismos.
Siempre se joden los débiles, los inocentes y los desprevenidos. Y eso a pesar de la constante monserga de la religión cristiana y, de forma mas moderna, las películas. En ambos medios se nos cuenta lo mismo: el final feliz y justo. Todo es parte de la gran impostura. Solo se trata de justicia placebo.
El hombre tiene sed natural de justicia y la injusticia propaga la empatía, y la empatía la revolución. Alguien tiene que calmar esa sed y mantener el orden intrínsecamente injusto. Y así siglo tras siglo, cuento tras cuento, siempre pierden los mismos y siempre ganan los mismos.
Los tontos nos embrollamos en terapias de fraternidad y justicia mientras los poderosos nos menosprecian y van a lo suyo: al cuento y a su rentable injusticia.
Al final, a lo sumo, nuestra inocencia se convierte en víctima colateral de su juego, y todo sigue igual: avanzando de forma circular hacia no se sabe cuanto.
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