La arrogancia
Aún sabiendo que gritarlo aquí es guitarle a un silencio mas concurrido...
Aún sabiendo que gritarlo aquí es guitarle a una soledad acompañada...
Es doloroso descubrir que lo mas interesante que tienes para decirle a una mujer guapa es que has cambiado de desodorante. El cambiar el gel o el champú no creo que mejore el desamparo y el páramo de imposibles agotados y ridículos.
Esos días vuelvo a envidiar a algunos cabrones. Nada de cabrones metafóricos o filosóficos, solo cabrones cotidianos y mediáticos: a un Alonso, un Sabina, un Perez Reverte,...
Quizás la arrogancia sea el mas valiente de los suicidios. Y quizás la vida solo sea una suicidio involuntario. Tirar por ella con arrogancia es una forma muy digna de hacerle trampas a la muerte.
No creo que sea tan malo hacer equilibrios en la baranda de un rascacielos, a ambos lados, tras el fracaso o el éxito hay lo mismo: la muerte agazapada y sin importancia.
Nos damos demasiada importancia, nos creemos nuestros sueños y no vemos acercarse a la nada. Esa nada doméstica que hay en nuestros días y nuestras noches.
Perdonadme mis compañeras de viaje por compartiros mi vacío y mi rutina... es el trueque del miedo y a mi me duele tanto como a vosotras.
A veces he deseado que el mando de la tele venga cargado con una bala, una única bala. Supongo que si lo hicieran no podrían vender las teles a plazos. Mi mando ya tiene el gatillo trazado a fuerza de disparármelo las noches de vela y angustia. La nada es cabrona y mala consejera.
Nos inculcan una transcendencia falsa. Nos hacen partícipes del circo. Nos ocultan la verdad, esa verdad sencilla y animal. Esa verdad mas fácil de cargar. La transcendencia es un cuento amargo que fabrica locos. Locos de miedo por la muerte y por la vida. ¡Estoy seguro! Casi puedo oler la brisa que me llega del otro lado. Del lado animal, del no destino, de la vida sin florituras y esperanzas, de la "solo vida".
Estoy harto de todo y todos pero de nada y nadie en particular. Resulta tan tentador el suicidio de la arrogancia. Pero ya no me engaño, no son suficientes los grandes gestos. La arrogancia es un camino largo, tortuoso y maniaco depresivo. Todo reñido con mi pereza. Maldita pereza...
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