13 marzo 2006

Constatación Científica

Hoy es un gran paso para la humanidad, finalmente se ha comprobado que: "llevar relojes inmensos de mas de 3.000 €uros es una muestra inequívoca de la poca talla sexual de su portador".

Me refiero a esos relojes con brújula (para encontrarse la picha), horario internacional (para saber a que hora no te encontrarías la picha si estuvieses en Honk Kong) y flechas de oro. Todo enmarcado en titanio y plata. El típico peluco del "soy mas pijo que tú, y que tú y que tú..." que usan algunos como símbolo de estatus sosial (como diría el Maky Navaja).

El hombre, al contrario de la mayoría de las especies animales, está activo sexualmente día sí, día también. Como no siempre tiene uno a una parienta a la que satisfacer, irremediablemente estamos condenados al onanismo cotidiano. Además, nunca se sabe caundo le va a coger a uno el apretón sexofisiológico y va a tener que deshacerse de excedentes seminales. ¡Conclusión! los hombres necesitamos unas pajillas (como diría Torrente) diarias, estemos donde estemos (por lo menos hasta que los años y el puto estrés no nos joda la vida).

Para ese sano ejercicio lo peor que hay es un peluco que pesa mas de medio kilo y que para evitarte luxaciones de muñeca o heridas en el querido apéndice sexual hay que quitarse. Este quita y pon terminaría en la pérdida irremediable del reloj. Después del autoacto sexual es sabido por todos que se relajan muchas cosas en el cuerpo, entre ellas la mente. Resumiendo, ¡el reloj lo perdemos en menos de 10 pajillas!

Esto, finalmente, nos lleva a la siguiente conclusión: "Los que usan estos relojes inmensamente feos, son impotentes sexuales".

Aunque puede ser que solo disfruten de otra sexualidad distinta: la narcisosexualidad... ahora entiendo la cara de tonto que ponía mi jefe cada vez que me enseñaba el reloj que llevaba pagando a plazos hacía un año ¡El muy gilipollas se estaba corriendo!

Yo por suerte no caigo en estas perversiones. Solo he tenido un reloj en mi vida. Un suizo de plástico negro, compacto, preciso y precioso. Era sumergible y no te lo tenías que quitar ni para... bueno ya saben ;)

Al final se rompió y no me molesté en sustituirlo. No lo hecho de menos, y menos ahora que hay relojes en todos sitios: en el coche, en el vídeo, en la tele, en el móvil, en el ordenador, en ... ¡en demasiados sitios coño!