17 enero 2006

Ansiedad

Siempre fui un ansioso; siempre quise comerme la vida a chorro. Confieso que pequé de querer ser Dios, quise abarcarme todas las vidas. Ahora sé que no todas las vidas merecen la pena. Voy descubriendo muchas vidas que nunca quisiera vivir. La de un camarero idiota e inseguro, las de una contable estúpida, las una limpiadora lejos de su tierra, las de un cura pajillero, las ...

No sé las razones, si es que con el tiempo me he terminado queriendo, se me fue la ansiedad de la aventura o que hay vidas podridas. Lo que si sé es que cada día deseo menos la vida del vecino, si acaso alguna amante de vecino, pero ese es otro tema.

Al menos ayer llovió. Me gusta cuando llueve porque todos se esconden y nadie se vuelve envidiable empapado. La vida se suspende y puedo dedicarme a la melancolía. Creo que tendré que cambiarme a un lugar lluvioso para curarme el desasosiego...