Raro en las cosas del querer
En las cosas del amor, como en otras muchas, me parece que a veces peco de raro.
Recuerdo que mi primer enamoramiento, intenso y desorientador, fue en el médico. La víctima fue una niña de unos dos años mayor que yo. La verdad es que ella no estaba para responderme a mis intentos de atracción. Tenía un trancazo de la ostia. La nariz, que tenía como una berenjena roja, casi le sangraba de tanto sonarse. Todavía no sé si lo nuestro no fue a nada por culpa de su nariz o porque yo no le gustaba. Ahora me consta que anda sola y salida, pero ya es tarde, han pasado los años y aquello ya me cicatrizó, para ser mas exactos, seis días después.
Por otro lado he de reconocer públicamente que me gustan las mujeres a contrapelo de los cánones de belleza. Me gustan las mujeres con el pelo recogido en una cola. Una cola de esas que se hacen para disimular que tienen el pelo sucio, aunque eso lo he descubierto no hace mucho.
También me gustan con zapatos planos, tipo zapatillas. Nada de sofisticados tacones, me desagradan. Incluso como secuela de Ghost, me gustan las mujeres que se ponen mis zapatillas de casa y la parte de encima de mi pijama. Así me parecen muy queribles y sexys.
Y para rematar mi rareza en cuestión de mujeres, tampoco me gustan las mujeres con conjuntos minúsculos de lencería. Sin embargo mataría por verlas con unas bragas "de cuello largo" de color pastel. De hecho, las bragas ni rojas, ni negras, unas de color fresinata pueden ser mi delirio.
No sé si tendría que hacérmelo mirar, si me acerco a la perversión con estos gustos, pero por si acaso, ustedes no se los digan a nadie ;)
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