01 febrero 2006

Paco y su negocio

Paco es lo que se dice un "tonto de pueblo", aunque ahora esta mal visto decirlo así y se dice "disminuido psíquico". ¡No sé! Queda mas frío e impersonal... crea mas distancia entre él y el nombrador... no me termina de convencer el concepto.

Yo no sé exactamente en que consiste su minusvalía. El símbolo mas visible de la misma es que es incapaz de contener el músculo de la sonrisa y siempre va por la calle con cara de felicidad. Lo mismo hasta se está riendo de nosotros.

Un día en el dentista le dio por hojear una revista de esas para "emprendedores". No se sabe que artículo o foto (ya que no sabe leer) le metió en la cabeza la idea de hacerse empresario. El caso es que a partir de ese día se aplicó con ese esmero que tan bien les sale a los "tontos de pueblo" a hacerse empresario.

Durante un tiempo no encontró el medio, hasta que un día le vino a la cabeza que de niño le salían las mejores pulseras de cable eléctrico del barrio. Esas pulseras que de críos hacíamos trenzando cablecitos de colores y que a mas de uno no arrastró a caminos de delincuencia. Para conseguir la materia prima, no dudábamos en desvalijar viejas oficinas.

Paco no tuvo que robar el cable, simplemente les pedía los sobrantes a los informáticos y electricistas del pueblo. Tras unos días de concentrada elaboración de pulseras se puso en la plaza de la iglesia a venderlas. Como no tuvo mucho éxito, se planteó cambiar su estrategia comercial y se dedicó a ofrecer las pulseras a domicilio.

Alguna virtud encontraron las mujeres en su mercancía, porque de repente se volvieron frenéticas comprándole pulseras, aunque luego ninguna las luciera en público. Hasta llegaban a pelearse porque Paco les llevara las pulseras a su casa. Él estaba pletórico, el negocio le iba de maravilla. Su sonrisa estaba mas descontrolada que nunca.

Lo curioso es que al poco tiempo dejó de elaborar sus pulseras, pero eso no impidió que su negocio fuera a mejor. Ahora, reducido el tiempo de elaboración, podía centrarse en las labores comerciales. Lo que no entiendo es que producto ofrece, pero el caso es que las mujeres siguen comprándoselo con verdadera devoción. Le podría preguntar a mi mujer, ella tiene una buena colección de pulseras de Paco, pero mejor lo dejo como está. Parece que sea lo que sea, le transmite parte de la felicidad que tiene él. Ahora, como el resto de mujeres, casi siempre está feliz y de buen humor. A este paso Paco "el empresario" va a hacer de nuestro pueblo el más feliz del país.