Mi techo de cristal
De pequeño siempre deseé una habitación de cristal para poder ver llover acostado en la cama. Hace tiempo que renuncié a ese deseo. No tendría el tiempo para poderlo disfrutar.
Vivimos en una época puta. La mejor hasta ahora pero muy acelerada. Ya no hay tiempo casi para nada, pero sobre todo no hay tiempo para la melancolía. Ahora madame Bovary sería diagnosticada rápidamente de depresión y atiborrada de química hasta el punto de ser totalmente inapetecible para cualquier amante.
No se puede perder el tiempo en tonterías. Menos hablar, menos leer, menos escuchar, menos pensar, menos... vivir?
Pero bueno, hoy por ser día uno de enero, me estoy permitiendo muchas cosas y entre ellas la melancolía. Y lo cierto es que la melancolía tiene caminos muy retorcidos. Entre ellos el bajarme el disco de Amaral para sobreescribirle un bonito recuerdo a otro no menos bonito.
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