22 diciembre 2005

James

A James la tecnología le terminó jodiendo la vida. Él hizo realidad el dicho de que los marineros tienen una novia en cada puerto. Era marinero en un barco que hacía la travesía de Inglaterra a la India. Esto le permitió tener una mujer en África occidental, otra en El Cabo y finalmente otra en África oriental. En los extremos de la ruta hacía vida de soltero.

Llevaba así catorce años y acumulaba mucha mar y uno puñado de hijos en cada puerto donde tenía mujer. Ellas aceptaban esa situación porque una mujer desterrada en colonias no podía esperar de la vida nada más que unos cuantos polvos entre pena y pena; además James era bastante consecuente y decente y mantenía con su sueldo y trapicheos los tres hogares.

Los problemas empezaron cuando la compañía decidió cambiar el viejo barco de vela por otro mas moderno. Se redujeron los días de viaje y varias escalas. James perdió de golpe dos familias; dos mujeres y nueve hijos. Tan solo pudo seguir viendo a su familia de El Cabo.

Ahí no pararon sus desgracias, dos años después se abría el canal de Suez y James perdió la familia que le quedaba. Esa situación la resistió nada más que dos travesías. Un día, en Bombay, decidió no volverse a embarcar de vuelta a Bristol, cogió su hamaca de marinero y sus ahorros y compró un pequeño junco. Tras aprovisionarse se embarcó en dirección a África.

Nadie lo volvió a ver nunca, no se sabe si llegó a tocar puerto o familia pero todo el mundo terminó entendiendo que su enorme corazón había enloquecido de soledad.