21 noviembre 2005

Resignada historia de amor

Es muy ingrato tener solo una vida para querer a todas las personas queribles que se nos van cruzando por los años.

Ninguno de los dos recordaba como empezó todo, pero hacía tanto tiempo...

Con una continuidad irregular él aparecía por la cafetería donde ella desayunaba todas las mañanas. Cuando esto sucedía ella no volvía al trabajo. En ese mismo lugar pasaban del desayuno al almuerzo, luego a la merienda y la cena.

Se pasaban todo el día hablando. Bueno, realmente, solo hablaba ella, él solo escuchaba. Ella necesitaba ese silencio; él esas palabras.

Después de cenar se despedían con un beso y volvían a sus vidas.

Esa noche no dormían, lloraban la injusticia de no tener una vida de sobra que regalarse.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

No sé si sonreír o llorar.
Muy bonito...

21/11/05 8:20 p. m.  

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